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11/17/2008

Les Luthiers

Fuente: laprovincia.es.

Los integrantes de Les Luthiers se conocieron en la década de los sesenta, en el coro de la Universidad de Buenos Aires. Cada uno de ellos estudiaba en una facultad distinta y en la música hallaron su punto de encuentro, impulsados por el estudiante de arquitectura Gerardo Masana (fallecido en 1973). Masana fue el creador del primer espectáculo. El flaco, como lo llaman los integrantes del grupo, había ideado un parodia de una cantata barroca. La tituló La Cantata Laxatón y giraba en torno a un texto tomado del prospecto de un conocido laxante y un acompañamiento musical en el que se utilizaron instrumentos no convencionales que los mismos intérpretes habían construido con materiales caseros. Desde aquel concierto inicial de 1965 ese grupo de jóvenes estudiantes se convirtió en mito, poniendo de moda el humor inteligente y la sutileza como un fenómeno de masas. Tal vez haya sido la suerte de gozar de la frescura de quienes siempre trataron de hacer reír para, en realidad, divertirse a sí mismos lo que los preservó del camino directo, del producto improvisado, de la risa fácil, del humor chabacano. Esta semana han estado nuevamente en Canarias. En esta ocasión con el espectáculo Las Obras de Ayer, el Refrito. Pero días antes de llegar a las Islas, los Les Luthiers se juntaron una tarde frente al ordenador para contestar a las preguntas de la entrevistadora. Éstas son las respuestas del director del Coro Polifónico Nacional de Argentina, Carlos López Puccio; el compositor Jorge Maronna; el actor, locutor y creativo publicitario, Marco Mundstock; el químico y concertista de piano, Carlos Núñez Cortés y el notario, guitarrista y percusionista Daniel Rabinovich.

Han venido a Canarias en multitud de ocasiones y siempre el público agota las entradas de sus espectáculos. ¿Tiene alguna particularidad el público de las Islas?
Tenemos un cariño especial por Canarias, nos llena de recuerdos gratos. Fue una de las primeras regiones de España en las que trabajamos. Estábamos en 1974 dándonos a conocer en Madrid, con escaso éxito, y el empresario nos mandó uno o dos días a Gran Canaria. Creo que trabajamos una sola noche en el Pérez Galdós. Nadie nos conocía, pero nos acogieron muy cálidamente. Y recorrimos admirados todo lo que pudimos de Gran Canaria y Tenerife. El público canario debe de tener muchas particularidades, cosas positivas sin duda. Vive en un clima privilegiado y en un entorno mejor que el que habita el común de la gente. Pero a nosotros, en cada lugar a donde viajamos, nos va a ver sólo el público que disfruta y comparte nuestro humor. No toda la gente de ese lugar. No somos artistas masivos. Así que, lamentablemente, nos perdemos la posibilidad de medir con especificidad al público de cada plaza. Sólo entramos en contacto, como artistas, con la porción de público que gusta de nosotros. Y claro, esas porciones entre sí son muy similares de lugar en lugar.

Tras más de cuarenta años sobre los escenarios, ni los DVD, ni la piratería, ni Youtube han impedido que en cada una de sus funciones, de cualquier ciudad, se agoten las entradas. ¿Cómo se consigue este éxito incombustible?
Esta pregunta, en realidad, son dos preguntas. "Cómo se consigue el éxito incombustible" es algo que nos encantaría saber. Seguimos temiendo que nuestro éxito sea pasajero, ¡aún después de 41 años de éxito incombustible! Como los mercados volátiles, podría llegar el día en que el público dijera "no nos gusta más" y se deshaga la burbuja. La otra pregunta se refiere a la supuesta opción: comprar un DVD de Les Luthiers o ir a verlos al teatro. Hace muchos años, cuando el vídeo iba llegando a los hogares, teníamos miedo de esa posibilidad. Por suerte parece ser que no existe tal oposición, por el contrario, hemos llegado a creer que se trata de cosas complementarias. No es lo mismo ver un DVD que presenciar en vivo una función de Les Luthiers; seguramente la magia es otra. Y pareciera, a juzgar por el aumento gradual y constante de la cantidad de público que, al contrario de lo que temíamos, los DVD han incrementado el deseo de vernos en vivo.

¿Puede ser que el secreto esté en esa misteriosa mezcla que hay entre el humor serio, la inteligencia, el refinamiento y la complicidad y cercanía que sienten las masas con el grupo?
El ser humano necesita del humor. Muchas veces lo busca sin éxito y termina riendo casi a su pesar. Creo que el secreto del éxito de Les Luthiers es que nuestro humor se agradece porque está realizado con materiales nobles, con esos ingredientes que usted señala. Y la gente sale de nuestros espectáculos sintiendo que rió con nobleza, con profundidad. Con la risa del alma, no la de las cosquillas.

¿El público se sigue riendo de lo mismo que hace 40 años?
Si es humor del bueno, atemporal (no circunstancial) y esencial, sí. Claro que nosotros no somos los mismos después de cuarenta años. Hemos aprendido mucho del oficio, tal vez de tanto equivocarnos, y nos parece que nuestros espectáculos son hoy mejores que los de antes. En nuestra experiencia (la única que tenemos) el público se ha agrandado enormemente y creemos -sin modestia- que fue consecuencia de que nuestro humor es mejor, más profesional, mejor servido, mejor realizado en todo sentido.

¿La crisis financiera mundial que estamos atravesando nos quitará el sentido del humor o hará de la risa algo más necesario que nunca? ¿Creen que hay momentos históricos mejores o peores para hacer humor?
Los argentinos hemos vivido en crisis los últimos setenta años. Pensándolo así, tal vez hasta la creación de Les Luthiers haya sido consecuencia de esa necesidad de enfrentar la dureza de la realidad.

¿Están preparando algún nuevo trabajo? ¿Habrá algún guiño a toda esta terminología de la crisis como las hipotecas basura o los bonos tóxicos?
Nos jactamos de hacer un humor intemporal, imperecedero, en tanto no se refiere jamás a temas de actualidad. En cuanto a nuevo trabajo, en septiembre hemos estrenado en Argentina un nuevo espectáculo, Lutherapia. Estuvimos trabajando casi tres años en él y para nuestra sorpresa y alegría mucha gente, como críticos, público y amigos, piensan que está entre nuestras mejores producciones.

El espectáculo con el que se presentan estos días en Gran Canaria y la semana que viene en Tenerife incluye piezas de distintas épocas. ¿Ese subtítulo, refrito, significa que se han hecho cambios a las canciones que interpretarán en relación a sus versiones originales?

Precisamente, cuando armamos Las Obras de Ayer comprobamos que nuestra jactancia (la de la pregunta anterior) era correcta. Debimos hacer pocos cambios en las viejas obras. Seguían vigentes con su humor original. Esos pocos cambios tuvieron que ver más bien con razones técnicas (las mejoras en sonido, por ejemplo, que ahora permite efectos que antes eran imposibles) y unos poquísimos con el aprendizaje de años, no por la actualidad de los temas sino por nuestro mejor conocimiento del oficio. En general, nos limitamos a una limpieza de superficie, no de fondo.

¿Qué etapas atraviesa cada nuevo espectáculo? ¿Cómo se organizan en el proceso creativo?

Como le decía, nuestro espectáculo más reciente se creó a lo largo de casi tres años. Las obras, las escenas musicales que iban a constituir el núcleo del nonato, se idearon y escribieron como consecuencia de propuestas individuales, no fueron ideas colectivas. Hace unos cuantos años las ideas podían surgir colectivamente, de una mesa de trabajo, pero paulatinamente fuimos descartando ese modo de creación y nos volcamos hacia la individual. Una vez presentado en sociedad cada nuevo proyecto, se ensayó y se puso en escena a modo de prueba; normalmente insertado de improviso en una representación del espectáculo que estaba en escena en ese momento. Estas pruebas son esenciales para nosotros. Nos permiten verificar si el camino de humor elegido es correcto, si el público lo sintoniza, si las ideas están claramente planteadas, etcétera. En el caso del espectáculo reciente, entre la primera prueba y la última hubo un intervalo de aproximadamente dos años. Finalmente, con todas las pruebas parciales realizadas, creamos la ligazón, el pretexto dramático que une las distintas escenas y montamos el espectáculo como unidad. Esta parte del proceso duró unos cinco meses.

De todos sus espectáculos, ¿hay alguno que guarden con especial cariño o que valoren más que el resto?
En este momento estamos enamorados del recién nacido. Es difícil resistirse al embrujo de la novedad.

Después de tantos años juntos, imagino que han dejado de ser compañeros de trabajo para transformarse en amigos
Por el contrario, como en muchas parejas de larga data, cada vez somos más enemigos.

Si es cierto aquello de que un toque de humor basta para hermanar a los hombres, ¿por qué no nos reímos más?
Si esto fuera cierto yo sería muy feliz de aportar lo que he aprendido en pos de la unión entre los hombres. Pero, lamentablemente, con el humor no alcanza para deshacer las miserias humanas.

Una función importante del humor es que nos permite mantener controlado el ego y tomarnos un poco menos en serio: ¿a qué personalidades creen ustedes que haría falta recordárselo?
A nosotros nos vendría bien.

Ustedes son uno de los grandes orgullos de los argentinos, un símbolo que exportan al mundo, tan singular y criollo como el dulce de leche o el asado. Y durante este tiempo han sido auténticos embajadores de Argentina en toda Iberoamérica. ¿Qué les dice la gente de su país? ¿Cómo creen ustedes que se ve Argentina desde estas tierras lejanas?
Hay muchas Argentinas. Con todo lo que amamos a nuestro país, y a conciencia de que somos producto de él, no gustaría mucho poder decir que representamos lo que el país realmente es. Pero esto no sería verdad. Si representamos algo es sólo a una porción, a un aspecto de la Argentina. Les Luthiers es una de las cosas buenas, que hay muchas, en un país con cosas tremendas, de las que hay muchas más, con desesperanza crónica, con baja calidad institucional, con inseguridad jurídica y de la otra, con injusticia social, con gobiernos corruptos o ineptos, con escaso proyecto, con crisis a repetición....

Después de tantos éxitos, ¿cuál es la meta? ¿Qué les falta conseguir que no hayan logrado hasta ahora?
Cada espectáculo nuevo, cada temporada teatral, cada aplauso es un triunfo incomparable. Seguir teniendo éxito a esta edad es un lujo de la vida por el cual le estamos muy agradecidos. Sería vanidoso pretender mucho más que eso.

¿Alguno ha pensado en retirarse o tendremos todavía Les Luthiers para rato?
Ninguno de nosotros puede ya imaginarse la vida sin Les Luthiers, así que depende de ella.