"Pensé que debía haber alguna manera de tener acceso a mi dinero en el Reino Unido o en cualquier parte del mundo", cuenta Sheperd-Barron.
"Pensé en una máquina como las que venden chocolates pero que en vez de chocolates tuviera dinero".
En el banco Barclays se convencieron de inmediato, y mientras tomaban un Pink Gin (ginebra y angostura) el director ejecutivo firmó un contrato apresurado con el inventor.
Problemas iniciales
Como no había tarjetas de plástico, Sheperd-Barron usó cheques impregnados con Carbono14.
La máquina detectaba la radioactividad y la cotejaba con un número de identificación personal (PIN, por sus siglas en inglés).
Sin embargo, el inventor asegura que a nadie le preocupaba que la sustancia afectara la salud:"Más tarde calculé que uno tenía que comer 136.000 cheques para sentir algún efecto", dice.
En cada operación podía retirarse un límite de 10 libras (cerca de US$20 al tipo de cambio actual).
"Pero en ese tiempo era más que suficiente para celebrar durante un fin de semana", señala Sheperd-Barron.
No todo salió bien al principio. Las primeras máquinas fueron destruidas por vándalos, y la que había en la ciudad suiza de Zurich comenzó a funcionar mal misteriosamente.
Más tarde se descubrió que los alambres de dos líneas de tranvía que pasaban cerca echaban chispas que interferían con el mecanismo del cajero.
El nacimiento del cajero automático provocó la aparición del PIN.A Sheperd-Barron se le ocurrió la nueva idea cuando se dio cuenta de que podía recordar los seis dígitos de su registro militar.
Pero decidió probar la idea con su esposa Caroline.
"En la mesa de la cocina, me dijo que sólo podía recordar cuatro dígitos, y los cuatro dígitos se convirtieron en estándar mundial gracias a ella", recuerda Sheperd-Barron.
¿El fin del efectivo?
La mayor parte de quienes usan el cajero automático en el banco Barclays de Enfield High Street no conoce su historia.
Se puso una pequeña placa cuando el cajero automático cumplió 25 años, pero pocos la notan.
Es una actitud muy británica, ya que hay alrededor de 1,6 millones de cajeros automáticos en el mundo.Sheperd-Barron relata que se dieron cuenta cabal de la importancia de su invento cuando fue con su esposa a Chiang Mai, en el norte de Tailandia.
Vieron a un agricultor que llegó en una carreta y se quitó el sombrero para usar el cajero automático.
"Fue la primera señal de que habíamos cambiado al mundo", admite Sheperd-Barron.
El inventor cree que su máquina se usará de otra forma en el futuro, y predice que el mundo dejará de usar dinero en efectivo dentro de algunos años.
"Transportar dinero cuesta dinero. Por eso predigo que el efectivo va a desaparecer dentro de cinco años", anuncia el inventor.Sheperd-Barron, quien tiene 82 años, está convencido de que pronto se usarán los teléfonos celulares en tiendas y comercios, aun para pagos pequeños.
Y el inventor sigue buscando nuevas ideas para crear nuevas máquinas.
Fuente: BBC Mundo.