¿Quien no ha recibido en las últimas semanas un email de un amigo animándole a que vote para que la Alhambra sea incluida entre las 7 maravillas del mundo?
¿Quien no lo ha escuchado en la radio o televisión, leído en la prensa o en la web?
¿Quien no estaria de acuerdo en que el suntuoso palacio-fortaleza de los nazaríes sea incluido en la lista de máxima protección de la UNESCO?
¿Quien se resistiría a hacerse rico a nuestra costa defendiendo tan excelsa causa?
Si has respondido afirmativamente a las cuatro preguntas, posiblemente no seas otro que Bernard Weber, el multimillonario suizo que creó en 2001 la Fundación Siete Nuevas Maravillas del Mundo, con sede en Zurich y a título exclusivamente personal.
Si ahora entras en su web para votar, a tu juicio, cuáles deben ser las nuevas siete maravillas del mundo, podrás elegir siete monumentos de entre los 21 finalistas en todo el mundo. Antes de que tu voto sea válido deberás aportar un correo electrónico válido, nombre y apellidos, país de origen y fecha de nacimiento y hasta (no obligatorio) teléfono móvil y dirección postal. Una vez registrado en su base de datos te informan de que tu email puede ser usado para mandarte boletines informativos, ofertas de juguetes, camisetas y 'souvenirs' relacionados con la iniciativa y, en general, todo tipo de información relativa a la Fundación o cualquier de los socios de la misma.
Si tienes la precaución de consultar el aviso legal te avisan de que, por supuesto, puedes solicitar que tu email sea dado de baja de su base de datos, aunque "desde la petición de baja hasta la tramitación de la misma puede transcurrir un lapso de tiempo indeterminado durante el cual el usuario puede seguir recibiendo mensajes de la organización".
Además, una vez aceptado tu voto en la Web te informan de que (si realmente quieres que tu candidatura prospere) puedes enviar más votos vía SMS (a un coste de 1,2 euros el mensaje) o llamando a un 905 (a partir de 1,10 euros el minuto).
Pues bien, aunque en España ha tenido una acogida importante la campaña del señor Weber, nada comparado con México, donde el fervor nacional por las Pirámides de Chichen Itza ha movilizado a millones de mexicanos hasta lograr que este templo maya se dispute con la Acrópolis de Atenas el lugar de honor a nivel mundial.
Tan lejos ha llegado la movilización de la opinión pública mexicana que un grupo de periodistas de Milenio Semanal ha puesto en marcha una investigación para desentrañar los aspectos turbios de esta promoción a escala mundial. A continuación algunas de sus conclusiones:
Bernard Weber, el multimillonario suizo que convocó a la selección de las siete nuevas maravillas del mundo -entre las finalistas están las ruinas de Chichén Itzá-, afirma que no lo hace con ánimo lucrativo, sino para "crear una increíble comunidad que supere todas las fronteras, divisiones étnicas y unifique a personas de todas las religiones, tradiciones y épocas".
El 7 de julio, en Lisboa, Portugal, se hará la Declaración Universal al difundirse los resultados de este concurso de popularidad, diseñado a través de una estrategia mercadológica que arrojará seguras ganancias al empresario Weber. Mediante el mecanismo del sufragio universal, los participantes emiten sus votos por la vía de Internet (en forma gratuita) y a través de teléfono celular con mensajes de texto (con un costo que varía según el país, en promedio, un dólar).
Según el suizo, los recursos obtenidos se destinarán a proyectos de reconstrucción de monumentos como la reposición de los dos Budas gigantes de Bamiyan, en Afganistán. Estas reliquias de 2 mil 500 años de antigüedad, fueron destruidas en marzo de 2001 por los talibanes. Weber asegura que lo recaudado servirá además para obtener un "adecuado" registro histórico de las siete maravillas del mundo.
En diferentes entrevistas que le han realizado desde que se convirtió en una celebridad, Weber de 52 años de edad, se ha sacudido las sospechas en torno a la verdadera causa de su original propuesta que lo ha llevado a viajar a los 21 países en donde se encuentran los sitios participantes del concurso. En la página web "The New7wonders of the world" se promueve la venta de toda clase de artículos de diferentes precios con los logotipos de las maravillas del mundo, además de concursos escolares orientados para obtener una ganancia comercial y viajes a todos los sitios donde se encuentran las maravillas nominadas. En 2001, este empresario, cineasta, filántropo, conservador de museos y aventurero, creó su Fundación Siete Nuevas Maravillas del Mundo. Su sede está en Zurich, Suiza.
Lo respaldaron en esta empresa varios personajes, la mayoría conocidos y otros no tanto: el ex director de la UNESCO Federico Mayor Zaragoza; el escritor brasileño Paulo Coelho, el actor Dennis Hooper y Bertrand Piccard, quien se hizo famoso por haber realizado en 1999, el primer vuelo alrededor del mundo, sin escalas. Desde entonces, el promotor de esta idea comenzó a recabar el sufragio global de 21 sitios históricos ubicados en igual número de países de los cinco continentes. La original convocatoria lo ubicó fuera del anonimato. Y es que antes que él, a nadie se le ocurrió la idea de renovar la lista de las siete construcciones del mundo antiguo, célebres por su belleza y complejidad arquitectónica.
La original propuesta del magnate suizo no ha pasado inadvertida para los habitantes de este planeta convulsionado por las graves consecuencias del cambio climático, guerras, miseria y violencia. Ha conseguido recabar hasta ahora más de 45 millones de votos para elegir de una lista original de 21 monumentos históricos.
Las preferidas por las millones de personas que han emitido su sufragio son las siguientes:
La Acrópolis de Atenas (Grecia), las Pirámides de Chichén-Itzá (México), el Coliseo de Roma (Italia), la Gran Muralla (China), la zona arqueológica de Machu Picchu (Perú), la antigua ciudad de Petra (Jordania), el Templo Taj Mahal (India), la Torre Eiffel de París (Francia), las estatuas gigantes de la Isla de Pascua (Chile) y las piedras de Stonehenge (Inglaterra).
El segundo bloque de candidatas con menos votación que el primero ya citado, está integrado por la ciudad amurallada de la Alhambra en Granada (España), los templos de Angkor (Camboya) el Cristo Redentor de Río de Janeiro (Brasil), la Mezquita de Hagia Sophia en Estambul (Turquía), el templo de Kiyomizu en Kyoto (Japón), el Kremlin y la Catedral de San Basilio en Moscú (Rusia), el Castillo de Neuschwanstein (Alemania), la Estatua de la Libertad en Nueva York (Estados Unidos), el edificio de la Ópera de Sydney (Australia) y la Mezquita Djingereyber en Timbuktu (Mali).
De estas edificaciones, surgirán las siete que se darán a conocer el próximo día siete, del séptimo mes (julio) del año 2007, un número mágico y especial, según Weber. El lugar será el estadio de futbol La Luz, en Lisboa, Portugal.
La fecha se acerca y en las páginas web se registra cada día un mayor número de consultas de los interesados en la propuesta Weber. La difusión de su idea va creciendo. En algunas páginas de la red se relaciona la iniciativa del suizo con la UNESCO y se menciona que este organismo la "apoya". Es falso. Indagamos que no hay lazos, relación ni injerencia entre el magnate suizo y el acreditado organismo internacional que destina millones de dólares al año para la conservación y rescate de numerosos sitios a través del esquema Patrimonio Cultural de la Humanidad o Patrimonio Natural de la Humanidad.
La UNESCO, con sede en París, nos informó que no hay vínculo alguno con Weber; mantiene una posición neutral, de distancia, aunque no desacredita esa iniciativa. "Todas son maravillas, todas tienen el mismo valor y todas son igualmente importantes". Esta fue la valoración que hizo UNESCO, ante la solicitud que le hicimos para conocer su postura. Recordemos que este organismo de Naciones Unidas es la instancia internacional más confiable y seria para calificar e incorporar a un sitio histórico o una belleza natural en la célebre lista del Patrimonio de la Humanidad. Tiene también la autoridad para sacar de esta lista a un sitio o monumento por su deterioro o por encontrarse bajo amenaza. Pero la UNESCO no tiene absolutamente nada que ver con la campaña de la Fundación Siete Nueva Maravillas del Mundo.