Científicos argentinos crearon un soft que mediante los sonidos de las vacas al masticar permite saber cuánto y que ingirieron. Aseguran que los productores ganaderos podrían monitorear la alimentación de sus animales durante el pastoreo.
Científicos argentinos crearon un software que permite saber cuánto y qué comieron vacas u ovejas simplemente con escuchar los sonidos que producen los animales al masticar. Así lo indicó hoy un artículo difundido por la Agencia CyTA-Instituto Leloir.
El logro, que por ahora es un software “de laboratorio”, es capaz de abrir grandes posibilidades a productores ganaderos y lecheros, que podrían de esta manera obtener información fehaciente de lo que hacen sus animales a lo largo del día.
El trabajo fue elaborado por un grupo de ingenieros de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas (FICH) de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), junto a ingenieros agrónomos de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y de la Estación Experimental Balcarce del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), quienes durante meses grabaron los sonidos que vacas y ovejas producen al masticar sus alimentos.
Partiendo de la hipótesis de que cada pasto produce un sonido diferente, los investigadores se propusieron identificar cada uno de esos “ruidos”, a partir de un software especialmente diseñado, que además es inédito en el mundo.
“Existen formas de determinar automáticamente cuántas veces mastican los animales por hora, por ejemplo”, explicó Diego Milone, uno de los autores del trabajo. Pero hasta ahora no hay un mecanismo tan fehaciente como este software que sea capaz de indicar –con precisión de gramos- cuánto y qué comió una oveja.
Los “ruidos” masticatorios de los animales se graban en un dispositivo corriente (un MP3) y luego son “descifrados” por el software, que se encarga de reconocer cada sonido y generar un informe con datos tan concretos como si la vaca comió o no comió, cuándo, cuánto y qué.
“Las primeras pruebas se hicieron con micrófonos inalámbricos; después reemplazamos ese inalámbrico por un mp3”, contó Milone, lo que –además de reducir costos- les permite mayor libertad de movimiento a los animales (el micrófono necesita de una base y de una distancia máxima; el mp3 no). Antes de formular el software, los investigadores experimentaron con los distintos sonidos que hace el animal cuando come, que son diferentes según la pastura (alfalfa, pastovillo), la altura de esa pastura, y la humedad (si está seca o no).
“Dejamos a la vaca pastando, la grabamos y después identificamos a qué corresponde exactamente cada parte del registro sonoro”, explicó Milone, también investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet). Con ese conjunto de datos, los investigadores “entrenan” el modelo, que se basa en una hipótesis casi obvia: cada pasto hace un ruido distinto, o mejor dicho, un sonido que espectralmente tiene características diferentes.
“El objetivo es que el sistema inteligente que nosotros proponemos advierta cuáles son las diferencias espectrales entre una masticación de alfalfa y de pastovillo, por ejemplo. El sistema se entrena a partir de los datos que le damos y le repetimos cientos de veces, hasta que él mismo ajusta sus parámetros y aprende cuáles son las características de cada tipo de bocado”, graficó el investigador.
Luego, con otro conjunto de datos, ese modelo se prueba “para ver si efectivamente reconoce lo que tiene que reconocer”, o sea, si cada señal es interpretada como lo que verdaderamente es: una mordida de alfalfa o de pastovillo.
El software creado por los investigadores es un software “de laboratorio”, como se denomina a aquellos programas que sólo pueden ser utilizados por especialistas, y forma parte de una etapa básica de la investigación, que puede derivar en innumerables aplicaciones tecnológicas.
“Nuestra investigación termina cuando proponemos un modelo que efectivamente reconozca en forma automática los eventos masticatorios; el desarrollo del equipo es otra etapa”, indicó Milone. Para esa etapa se necesita la intervención de una empresa que fabrique los equipos y comercialice el software.
“Al productor le interesa saber qué come el animal, cuánto come y en qué momento del día. Todo eso sirve para evaluar el comportamiento del animal y optimizar la producción lechera o ganadera”, relató el investigador.
Las aplicaciones podrían multiplicarse si al sistema de grabación se el agrega un sistema de posicionamiento global (GPS). De esa manera, podría saberse “en qué lugar del campo está el animal; podrían registrarse las posiciones geográficas y el productor podría saber dónde se van las vacas y a qué hora, qué comen y en qué lugar”, finaliza.