Todos caemos más pronto o más tarde en el narcisismo digital del Egosurfing, o surfear por aquellos documentos que hablen de nosotros. Contra lo que a primera vista pudiera parecer, es probable que el nombre de cualquier persona aparezca en los documentos visitados por Google.
No nos debiera extrañar, Google visita en la actualidad más de ocho mil millones de documentos, (muchos más que los habitantes del planeta), y casi en todos, hay varios nombres propios, algunos incluso. no son más que relaciones de nombres. Basta que tu antiguo colegio cuelgue una página con la lista de los antiguos alumnos, o que aparezcas en el Boletín Oficial del Estado como opositor a un puesto en cualquier cuerpo de funcionarios, o otro nimio motivo parecido, para que una consulta a Google con tu nombre de más respuestas que las que podías imaginar.
El Número Google, o nivel de popularidad
El número de documentos en que se aparece se conoce como número Google, y mide en cierto grado la popularidad del sujeto. Ojo, refleja la popularidad, no la importancia. Las personas influyentes son siempre populares, pero ser popular no presupone ser influyente. Los auténticamente populares, siempre tienen un numero alto, aunque su importancia sea nula. Paco Porras, famoso por llevar un ramillete de perejil en la oreja, adalíd, junto con Tamara su novia, de la "caspa nacional", hoy en absoluto declive mediático, aún conserva un Número Google de 12.100, más o menos, cinco veces superior al mío, que sin falsa modestia, soy bastante más influyente que ese payaso, aunque no sea más, que por tener, una media de 20.000 lectores semanales en mi artículo de La Flecha.
Una persona realmente popular como Nicole Kidman, tiene un Número Google de 1.650.000, en cambio una persona realmente importante e influyente, conocida a nivel mndial, como Teresa de Calcuta, pese a tener cientos seguidores capaces de sacrificar su vida por seguir sus enseñanzas, se queda en un Número Google de 98.900, ocho veces mayor que el de Paco Porras, solo conocido en España, pero la dieciseisava parte del número Google de Nicole Kidman.
Si nunca practicaste el egosurfing, te invito a que lo hagas, escribe tu nombre y apellido entre comillas en Google y encuentra tu Número Google. Si aparecen excesivas páginas y la mayoría no se refieren a ti, utiliza las opciones de búsqueda avanzada de Google para afinar más. Si por el contrario no apareces, prueba sin comillas. Me encantaría que escribieras un comentario sobre lo qué opinas de lo que Google sabe de ti. (Para quien lo precise, al final del artículo pongo un ejemplo de cómo hacer búsquedas avanzadas en Google).
Vivimos en un escaparate
Recuerdo que cuando practiqué egosurfin por primera vez, me sorprendí que se recogiera y guardara el rastro de mi paso por los más variados lugares, desde foros de programación en C, a comentarios escritos en la Biblioteca Miguel de Cervantes. Desde entonces nunca utilizo mi verdadero nombre cuando navego, salvo que expresamente desee dejar constancia de mi identidad. No obstante, se pueden ocultar nuestras incursiones por la Red, pero no hay forma de controlar las referencias a tu persona que hagan los demás.
La privacidad un antiguo lujo de las grandes ciudades
Comprendí entonces que la privacidad, era un bien que disfrutábamos solo los habitantes de las grandes ciudades, que se ha perdido para siempre. En ciudades pequeñas, incluso en las de cierto tamaño, la privacidad nunca ha existido, todos se conocen y no puedes poner un pié en la calle, sin que alguna vencindonga lo registre y comente. Un médico de pueblo sabe perfectamente, que si un solo día de su vida se emborracha, lo sabrá toda su clientela, tampoco se puede en un pueblo guardar en secreto que te haya tocado la lotería o un noviazgo, más aún si el noviazgo es adúltero. Esas cosas, solo era posible mantenerlas en secreto en las grandes ciudades.
La auténtica privacidad era solo patrimonio de las grandes ciudades, en donde la presencia masiva de personas, provoca tal necesidad sicológica de soledad, que produce como reacción un auto asilamiento, en el que llegas a desconocer quien son los vecinos de tu misma casa. Este total anonimato, es algo tan apreciado por los habitantes de las urbes, como aborrecido por los demás ciudadanos, que lo tienen por inhumano, pues conlleva el precio de la absoluta soledad, típica de las grandes ciudades, donde con frecuencia aparece el cadáver de un anciano muerto en su domicilio, después de meses de su fallecimiento, porque ni sus vecinos, ni sus amigos, ni sus parientes, le echaron en falta durante esos largos meses, para nada.
En la era digital, las paredes son de cristal
Con la llegada de la Era Digital este anonimato que en Internet hemos dado en llamar privacidad ha desaparecido. Dejamos un rastro constante y detallado de nuestra actividad diaria, en la cuenta bancaria, en el la factura del móvil, y en los pagos con tarjeta de crédito, a partir de este rastro, no sería difícil establecer un sistema que detectara si en ese grupo de riesgo alguien ha muerto en soledad, y mucho mas se puede llegar a saber sobre los que no hemos muerto, pero al menos nos queda el consuelo que solo lo pueden saber, la policía y los propietarios de los datos.
También dejamos rastro en nuestra navegación por Internet. Las cookies, los spywares, el adware, y nuestra participación en chats, foros, y correos electrónicos, generan datos sobre nuestra persona, que de forma más o menos legal, o de descaradamente ilegal, va a parar a manos de personas, que no solo los recogen, sino que los elaboran, y el resultado obtenido, se lo venden al mejor postor, sean unos grandes almacenes o la Mafia siciliana.
Por último, sin que lo podamos evitar, retazos sueltos de nuestra vida caen a ese pozo sin fondo que es Internet, quedando registrados en esa ingente memoria colectiva, donde cualquiera los puede rescatar para estudiarlos. No será necesario ser detective o un hacker, ni siquiera un informático, nuestra novia o nuestro mejor cliente, puede, con ayuda de Google, echar las red en ese mar de recuerdos y sacar a la luz una colección de momentos variados de nuestra vida. A esto, en contraposición con el Egosurfing, se le suele llamar Googling o en español Googlear. Mar Monsoríu en su conocido diccionario de Marketing Digital, opina que hurgar en la vida de los demás, escaneando la Red, debería definirse como "cotisurfing".
En la mayoría de los casos, la información encontrada googleando es irrelevante y tanto da que se sepa. Pero, no nos engañemos, todos tenemos oculto algún cadáver en un armario y no nos apetece que salga a la luz, y aunque así no fuera, aparte de los participantes de Gran Hermano y las prostitutas de Amsterdam, ¿a alguien le agrada vivir permanentemente en un escaparate?.
Nota final.- Reglas para practicar el Egosurfing
En contra de la opinión generalizada, Google tiene en cuenta los acentos, mientras que cada vez más gente prescinde de ellos en sus escritos. Por ejemplo, mi nombre es José Manuel Gimeno. Pues introduciendo en Google "José Manuel Gimeno", (con acento), aparezco citado, en 2520 documentos, mientras que si introduzco "Jose Manuel Gimeno" , (sin acento), solo aparezco sólo en 27. En cambio es cierto que el resultado obtenido es el mismo si se utilizan mayúsculas o solo minúsculas. El tener letras diferentes a las utilizadas por el alfabeto USA como la ñ ç ü o cosas por el estilo puede también confundir a Google, si ese es tu caso haz algunas pruebas, yo he hecho pruebas con la palabra "cigüeña", y quien recibía más respuestas era la palabra "cigüena" (sin ñ), en cambio si se sustituye la ü por la u hay muchísimos menos resultados.
Conviene añadir en la búsqueda otros nombres por los que nos suelan llamar, en mi caso son "José Gimeno" y Jgimeno. Introduciendo la sintaxis "José Manuel Gimeno" OR "Jose Manuel Gimeno" OR Jgimeno consigo elevar el número de referencias a 5370. Si intento obtener más resultados y propongo la sintaxis "José Manuel Gimeno" OR "Jose Manuel Gimeno" OR Jgimeno OR "José Gimeno" llego a las 6010. Más nombres no puedo colocar pues Google solo busca con corrección un máximo de diez palabras, si pones más, el resultado es errático, en mi caso si añado a lo anterior OR "Jose Gimeno" el resultado es 5.670.000 documentos que indica claramente que han dejado de funcionar los símbolos OR y las comillas..
Aunque Gimeno no sea un apellido tan difundido como Pérez o García, siempre hay más personas de las que parece con el mismo nombre y apellido. En mi caso hay una docena de personas. Se pueden eliminar las referencias que no te corresponden. Yo selecciono las palabras Cervera doblaje Estornell y Ullastres, segundos apellidos y profesión de ciudadanos con mi mismo nombre que nada tiene que ver conmigo, y para hacer hueco en las 10 palabras que permite Google, elimino José Gimeno y jgimeno que daban excesivos datos erróneos. La sintaxis final que aplico "José Manuel Gimeno" OR "Jose Manuel Gimeno" -Cervera -doblaje -Estornell Ullastres da 2400 documentos. que al menos en las dos primeras páginas de respuesta de Google se refieren a mi en su mayoría, aunque no todos, pues aún queda un motorista de trial y. más adelante, un alcalde de un pueblo de Zaragoza, un catalán especialista en cultura medieval y Dios sabe cuantos más.