Conseguir energía limpia para toda Europa inundando el Sáhara de paneles solares. Ese es el objetivo que persigue el proyecto Desert, financiado por la Unión Europea.
Convertir el mayor desierto del mundo en una gigante turbina capaz de cubrir las necesidades energéticas de toda Europa no es un sueño. Es algo tangible. Sólo hace falta atrapar el 0'3% de la luz que baña el Sáhara.
Y Europa ya ha hecho los cálculos. Se necesitarían 20.000 kilómetros cuadrados de placas solares y una inversión de 450.000 millones de euros.
Las placas solares convertirían la energía solar en electricidad y se llevaría a Europa a través de una corriente de alto voltaje.
Es más sencillo de lo que parece. Todo se basa en la tecnología solar térmica de concentración. Primero se concentra la luz solar en una torre que alberga agua. Éste agua se calienta y el líquido se convierte en vapor, y el vapor genera electricidad.
Valeriano Ruiz, catedrático de termodinámica asegura que esta tecnología "se puede poner en práctica ya".
Con Desert Europa podría emanciparse de la dependencia del petróleo y conseguir energía de una fuente renovable. Suena tal vez a fantasía, pero Europa ya ha pensado en todo.
Para evitar conflictos políticos con los líderes del Norte de África, y no nos corten la luz si tienen un mal día, se ha pensado en construir una red de corriente de alto voltaje que unirá todas las fuentes de energía renovable de Europa, el Norte de África y Oriente Medio, sin apenas pérdidas, con el objetivo de mitigar el cambio climático y compartir la energía.
Los tuaregs en el futuro no sólo viajarán entre dunas de arena. Sus camellos se reflejarán en los cristales de un importante parque de energía renovable.