Con una empresa ficticia de 6,7 euros realizó un asalto virtual de 129.000 millones de euros sobre varios colosos japoneses, desde Sony hasta Toyota. ¿Es una burla y una locura la del desconocido Shigeru Yamaguchi? Sí, pero acreditada en Edinet, la página web oficial de los inversores nipones, lo que da alas de nuevo a la polémica sobre los escasos medios de control del sistema.
Durante un fin de semana, seis de las mayores empresas japonesas -entre ellas Toyota y Sony- cambiaron de propiedad. En caso de leer la página web esponsorizada por la autoridad de regulación financiera, resultaba que la mayoría de su capital había sido comprado por una empresa denominada Teramento, que había conseguido una participación mayoritaria también en Mitsubishi Heavy Industries, en NTT, en Fuji Televisión Network y en Astellas Pharma.
En un solo golpe, según lo publicado por el sitio de referencia de los inversores, Edinet (Electronic Disclosure for Investor's Network), el empresariado japonés había cambiado de rostro. De los coches a las farmacéuticas, de los medios de comunicación a la electrónica y al sector aerospacial, todo había sido comprado -al menos en un 51 por ciento- por un solo sujeto.
¿Una colosal compañía?
¿Se trataba de un fondo de capital riesgo? En absoluto. Era una desconocida empresa de un tal Shigeru Yamaguchi de Kawasaki, capitalizada con 1.000 yen, menos de 6,7 euros. Esta compañía, según la red, habría invertido en la operación casi 129.000 millones de euros. La información fue colgada en la página web tras el cierre de la bolsa. De esta forma, nadie pudo dudar de que se trataba de una falacia.
Las autoridades ordenaron la rectificación, con una puntillosidad burocrática que raya en lo cómico, sin acabar del todo con el sabor a escándalo de la operación. Y es que las exigencias de transparencia y de rapidez en la información de los mercados pueden entrar en conflicto con la seguridad de los controles de los datos publicados en un sitio patrocinado por los inversores. Para evitar que informaciones falsas puedan pasar por auténticas y alterar el mercado, la Agencia de servicios financieros deberá buscar soluciones. No es de recibo que cualquiera que tenga una contraseña pueda comunicar cualquier cosa, sin auténticos controles preventivos.
Lo dijo incluso el presidente de la patronal japonesa Keidanren, Fujo Mitarai: "Estaba claro que se trataba de una falsedad absoluta, pero un sistema que no permite verificar cosas de este tipo está claro que necesita ponerse al día". El Yamaguchi en cuestión dijo ser una persona que trabaja a tiempo parcial, pero mintió al asegurar que había colocado las órdenes de compra a través de un corredor de bolsa, dado que no tenía cuenta alguna con ningún intermediario.
Evidentemente la amenaza de sanciones penales (hasta 5 millones de yenes, unos 32.000 euros y un año de cárcel) por informaciones falsas publicadas en Edinet no fue suficiente para detenerle. Ya se trate de una broma o del efecto de la actual situación de confusión, lo que está claro es que el episodio se produjo de una forma increíble y tras el cierre de la bolsa.
En tiempos diversos y con formas más creíbles, alguien habría podido movilizar el mercado, apoyándose en la autoridad de Edinet. Una autoridad que hoy aparece más hundida que la propia Bolsa de Tokio.