Fuente: Argenpress.
El esfuerzo de varios países y organizaciones en todo el mundo para universalizar la informática, facilitar el acceso a computadores y promover la inclusión digital es energética y ambientalmente insostenible, advirtió uno de los principales defensores mundiales del software libre.
La advertencia fue hecha por el estadounidense John 'Maddog' Hall, presidente de Linux International, durante la Cuarta Conferencia Latinoamericana de Software Libre (Latinoware 2007), que concluido ayer en la ciudad brasileña de Foz de Iguazú.
De acuerdo con Hall, la posibilidad de que en los próximos cinco años sean vendidos 1.000 millones de nuevos computadores en todo el mundo presupone un consumo de energía para el que hoy no existe oferta y una amenaza al medio ambiente.
El especialista dijo que ese número de nuevos computadores funcionando exigirá la construcción de 25 centrales del tamaño de Itaipú, la segunda mayor hidroeléctrica del mundo y compartida por Brasil y Paraguay.
Agregó que la única alternativa es el desarrollo de nuevos equipos de bajo consumo eléctrico y menos agresivos al medio ambiente.
'La mayoría de las personas no necesita computadores poderosos en sus residencias o incluso en sus trabajos. Un computador que permita editar textos, intercambiar correos electrónicos, navegar por internet, ver vídeos y otras aplicaciones comunes puede consumir mucho menos energía que los equipos ofrecidos actualmente', dijo.
Un computador con esas especificaciones puede consumir como máximo 15 vatios de energía, frente al consumo promedio de 350 vatios de un computador de mesa y de 80 vatios de un computador personal, explicó.
'Como consume poca electricidad, ese computador puede permanecer conectado todo el tiempo y funcionar simultáneamente como teléfono, despertador, televisión y agenda electrónica', agregó.
Según el especialista, un equipo con esas características y alimentado con software libre puede costar menos de la mitad que un computador convencional, por lo que puede promover la inclusión digital en los países pobres sin amenazar el medio ambiente o colapsar el sistema eléctrico.