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11/07/2007

Un humanoide en la guardería

Fuente: El Mundo.

Los niños son capaces de interactuar socialmente con un robot como si se tratara de un igual. Le tocan la cabeza, juegan con él y le cuidan con esmero cuando el autómata desfallece. Además, este comportamiento lo mantienen a lo largo del tiempo.

Éstos son los resultados obtenidos por los expertos del Instituto de Computación Neuronal de la Universidad de San Diego (California), que llevaron un robot bautizado como QRIO, desarrollado por el japonés Fumihide Tanaka, a una guardería californiana durante 45 sesiones a lo largo de cinco meses.

Durante todo este tiempo, los investigadores, según publican en 'Proceedings of National Academy of Science', colocaron cámaras que registraban todos los movimientos en el aula, mientras que el robot autogrababa los contactos que se producían entre él y las criaturas, todas entre 18 meses y dos años de edad.

Hasta ahora, los robots que más interés habían despertado entre la infancia son los que cuentan historias, pero sólo eran capaces de captar el interés unas 10 horas. Por ello, Tanaka pensó en introducir un androide que interactúa con los individuos pero donde se desconocían sus características, en este caso debido a su corta edad. Un controlador humano fue el responsable de modificar el comportamiento de la máquina (cambiar la dirección, que se sentase o levantase, que riese, los gestos con la mano o el baile).

Durante los primeros encuentros, le trataron como un muñeco, pero a las 27 sesiones, de 50 minutos cada una, el QRIO desplegó todas sus posibilidades y poco a poco los pequeños fueron interactuando con él como si fuera uno más.

Comportamiento variable

Como prueba, en una segunda fase de 15 sesiones, el robot fue programado para repetirse, como un juguete, sin responder cada vez de forma distinta y la interacción con los pequeños cayó en picado. Sólo cuando, volvió a revelar todo un repertorio de comportamiento variable, los niños volvieron a considerarle como un compañero y le tocaban los brazos y las manos, como hacen entre ellos. Incluso le abrazaban.

Los investigadores también les dejaron un robot de juguete, 'Robby', pero en pocos días perdió todos los puntos frente al sofisticado QRIO. Lo mismo ocurrió con un peluche.

Para Ramón Galán, catedrático de Automática en la Universidad Politécnica de Madrid, el estudio es interesante "porque demuestra que en la medida que el robot reacciona de forma variable, el niño lo valora e interactúa con él".

No obstante, cree que se ha utilizado un robot muy pequeño y con poca capacidad de reacción. Galán también ha llevado un robot a colegios, ferias y museos en España, pero el suyo es capaz de hablar y hasta puede emocionarse. Así ha comprobado que "cuando no repite un comportamiento, los niños se entusiasman".

El catedrático recuerda que el objetivo es que, en el futuro, los robots cuiden y acompañen a las personas. «En Japón ya han estudiado con detalle la reacción de los ancianos ante la posibilidad de que una máquina converse con ellos, les controle la salud o les cuente las noticias, y ha sido muy positiva porque, culturalmente, creen que las cosas tienen espíritus. Aquí, evidentemente, nos cuesta más», reconoce.