Desde que Last.fm comenzó a funcionar en 2002 se han registrado en ella más de 30 millones de personas en todo el mundo. Su filosofía era ofrecer, gratis, música en streaming (sin necesidad de descargarla al ordenador) de grupos de todo el mundo.
Pero todo lo bueno se acaba y a partir del próximo lunes, 30 de marzo, el servicio requerirá una suscripción de tres euros mensuales si se desea utilizar Last.fm desde cualquier país que no sea Estados Unidos, Reino Unido o Alemania, según anuncia la página de forma oficial en su blog.
En dicho comunicado, Last.fm no ofrece ninguna explicación de por qué ha decidido comenzar a cobrar por un servicio que hasta ahora era gratuito. Sí lo hacen, sin embargo, en los comentarios del blog, que en estos momentos superan los 500.
Según uno de los responsables de la web, el motivo por el que comienzan a cobrar el servicio es que la publicidad no ofrece beneficios... salvo en EE UU, Reino Unido y Alemania.
El principal beneficiario del movimiento de Last.fm puede ser Spotify, un servicio parecido que despuntó a finales de 2008. Las diferencias son varias: para empezar, Spotify exige la instalación de un programa en el ordenador, mientras Last.fm funciona vía web; tampoco funciona igual en uno y en otro la función de radio que permite al sistema programar música acorde a los gustos de un usuario en función de lo que ha escuchado y valorado positivamente en el pasado. Spotify, por su parte, permite desde hace unos días buscar canciones en función del género de una forma sencilla entre las más de 10.000 canciones diarias que se incorporan a su catálogo.
En cualquier caso, la discusión está en determinar cuál es el futuro de los servicios gratuitos en Internet: ¿es posible obtener beneficios de ellos? ¿Los generadores de contenidos están dispuestos a esperar el tiempo suficiente para que el modelo triunfe? ¿Los usuarios están dispuestos a pagar tres euros al mes por escuchar toda (o casi toda) la música del mundo?